pero con un canto de bucólicas sirenas,
que despiertan de sueños adolescentes,
y desperezan las almas en pena.
Hago de mi capa un sayo,
para nunca más ser superman,
y convertirme en madre de mayo,
que ya no visita el diván.
Tropiezo en la misma piedra,
creyendo que es filosofal,
trepo cual noble hiedra,
buscando lo universal.
Siempre me quedará París,
como sueño de una noche de verano,
aunque nunca estuve allí,
y si estuve es un recuerdo olvidado.
Yo te traigo
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